jueves, 13 de junio de 2013

Todos necesitamos creer en algo.

La dicha que es tenerte, de encontrarte (siempre) en medio del caos.
Después de tantas quejas y rabietas me senté sobre la cama y me di cuenta que exigía demasiado, hasta para mi misma.
Pues si es cierto que nadie busca ser el remedio de la resaca de otro... Tampoco significa que este mal que le curen los males de vez en cuando.
Entonces, de qué me quejaba tanto?
Era feliz de a ratos y a otros se olvidaba de mi por completo.
No recibo ni el mínimo de atención que requiero para permanecer junto a alguien y sin embargo, creo que eso lo hace aun más atractivo.
No besa la tierra por donde camino, no alaba mi existencia ni le prende velas a los santos.
Es tan a lo que no acostumbro que me tiene ahí aun sin pedirlo, sin siquiera insinuarlo.
Sé que no es el tipo de persona que te presta su hombro cuando te rompes en llanto y sé que no puedo esperar que me busque cuando salga corriendo...
Sé que me olvidará más fácil de lo que yo olvido... Pero por ahora, me funciona.
Ya no me interesaba si era la primera o la única.
Era yo y él...
Y cuando somos no existe más mundo del que creamos.
Y cuando no, igual nos queda el mundo entero.
Como si no existiera, si no fuese real... No es algo por lo que cambiaría mi comportamiento habitual...
Pero es una burbuja que me hace ser humana y cariñosa de a momentos.
Si tan sólo no tuviese que enseñarle como tratarme con decencia...
Pero qué importa?, el verano se inventó para eso...
Para ratos juveniles que carecen de toda lógica y consciencia.
Al final de cuentas, de vez en cuando, todos necesitamos creer en algo.

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