sábado, 24 de enero de 2015

9 meses del parto.

Es viernes y el sol no ha salido, el peso en mis pies declaraba mi derrota, mientras solo pensaba "debí hacer lo mismo".

Llego al salón, repleto de gente, en el hospital todos bailan a su propio ritmo. Las horas no son medibles, todos van y vienen en el sistema de caos que supone la duda.
Los doctores -si los vieras- llegan cual superhéroes gracias a la oportuna brisa del pasillo de entrada pero por alguna razón, la cual desconozco, todos se despiden con la frente baja.

¿Imagina usted que por un momento las enfermeras puedan olvidarse del protocolo que entonces supone la muerte?

Veo como sale la camilla, rechina, y sobre ella está postrada la representación física de mi seguridad, atada a un respirador artificial.

Veo como todos corren de lado y lado y en un inmute movimiento, me miran fijo a los ojos y entonces no necesité de nada más, había descubierto el lado oscuro del corazón.

En la sala blanca no se cuentan las horas, aun cuando un tic-toc insiste en despertar la locura. La impaciencia agota las uñas y para cuando llega el momento no hay filos para aferrarse a nada.
Por ende te dejas ir y ves como la felicidad también se va a su lado.

¿Haría alguna diferencia si les cuento que el hilo electrónico se desordenaba a medida que yo le hablaba?

Entre el limbo que separa este mundo con lo desconocido se encontraba en algún lugar de la frontera la musa de mis impulsos vikingos.  Acompañada por séquito de escuálidas enfermeras cuyos rostros nunca conocieron la bondad, me entrego al abandono de todo lo material para encender las llamas de esperanza divina, pero no soporté la apología. Había convertido el pecado en un estilo de vida.

Sin Dios, sin amigos, sin cigarros y en mitad de la noche. El frío comenzaba a acecharme colándose entre las rejas y los vidrios de la ventana del 2do piso. Con los pies helados y las manos sangrando no podía hacer otra cosa que pedir indulto. Y se me fue concedido.

Asomaban los rayos del sol colados por las rendijas del techo. Desperté muerta de sed y de miedo. De pronto el mundo giraba, el frío se había marchado y comenzaban mis oídos a escuchar un ruido ensordecedor.
Era toda una plaga de paganos, acercándose a mi lado, tocándome, abrazándome, lamentándose en un intento de brindar consuelo.

¿Para qué lo quisiera yo?

Y entonces se acerca a mi esta señora, cuyo roce del tacón al suelo emitía un ruido tan desquiciado y tan solemne y escuadrándose tras su carpeta marrón dice: "por favor los familiares para despedirse".

Yo había dicho adiós un par de lágrimas antes.

miércoles, 14 de enero de 2015

Jarabe y Tos

No existe sol más brillante que el de las tardes de Agosto.
Y es ese, en resumen, el extracto de la vida el cual quisiera repetir caprichosamente.
La brisa
¡Ay, la brisa!
La libertad
¡Ay, la libertad!
El amor, la alegría, la dicha, la infancia.
Jugar a descubrir la gran ciudad.
Explorar el mundo bajo su tutela callejera y atrevida, en ocasiones hasta osada forma de  burlar la muerte.
De todo lo que atesoro, pocos recuerdos lastiman menos que los momentos en los que quemé mi último año de adolescencia.
Me pregunto si algún día tu voz hará tregua en mi cabeza.
Tenía tiempo sin escribir algo tan dulce y tan noble.
Me tomó la memoria completamente desprevenida pero mi corazón finalmente estaba en júbilo.

martes, 13 de enero de 2015

¿Santiago de los qué? Relato de una cola.

Antes de que comiencen quisiera decirles. Fui a hacer una cola para comprar jabón y lo que vi, escuché y sentí hoy nunca me había sucedido. Sé que en otros lados sucede pero es diferente cuando lo vives tu mismo. Si algo se quiere es que reaccionen, sea A, sea B. El civismo y la educación por delante, solo así creceremos como país.

¿Santiago de los qué? Relato de una cola.


Llegué a casa luego de 2 horas y 15 minutos en una cola bajo el sol la cual debo admitir, corrió bastante rápido.


Nunca había hecho una cola de tal magnitud de personas, quizás fueron los contratiempos los que hicieron la espera más entretenida pero llegué a casa con las manos vacías... Eso sí, con un repertorio de vídeos, fotos y grabaciones que dudo pueda sacar de mi cabeza. Es una lástima que solo activé el teléfono en pocos instantes pero no podía parar de temblar... Aun no sé por qué tamblaba.

Llego a casa con las manos vacías, con fotos y vídeos y le comento a mi padre con bastante orgullo (no por creerme héroe o por disfrutar la situación sino porque por lo menos en mi blog le haré justicia a lo sucedido) y este me recibió de muy mala manera, me decía "usted no sabe más que buscar problemas" "eso sí es lo que quiero yo, un hijo preso, ¿usted no está viendo que metieron a un chamo preso en Caracas por andar grabando?" 
Ese sermón de cuidado parental siempre consigue hacerme sentir tan culpable pero en realidad y espero no ser malinterpretada, quisiera en parte que sucediera. Quisiera ver qué se siente, cómo es, qué pasa y cómo reacciona la gente. Me imagino a los detenidos, sentados, esperando y siendo olvidados porque seguramente luego de toda la trifulca solo se convertirían en un cuento para la cena con la familia (por supuesto, de los observadores) y la vida seguiría...
Esa es la frase para este cuento "y la vida sigue"... Como si nada.

Llego dispuesta a hacer mi cola porque nunca antes había hecho una así y aunque me miren feo yo soy fan de hacer colas solo para escuchar a la gente, es sorprendente lo que tienen que decir. Así conozco a un señor, su esposa y su hija, también a otro joven y entre nosotros estábamos hablando la mismas pajas sobre la situación del país cuando escuchamos pitas, aplausos, la muchedumbre. Dice el señor "Se acabó el jabón" y les pedí que me guardaran el puesto y fui a ver.

No se había acabado (aun no) pero un señor estaba molesto, muy molesto. "¡¿Cómo es posible que sigamos permitiendo esto?!"

Aquí está el vídeo.



Prosigo a devolverme a mi puesto, no vaya a ser que se les olvide y regreso a contarle a mi mini grupo de nuevos conocidos lo que sucedió. Seguimos en la cola.


Continuemos.


Llegan más carros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Les digo "con permiso, voy a seguir filmando" y así fue hasta que abrieron las puertas del Garzon para pasar más gente y todos comienzan a empujar.
Terminó el cuento con el guardia que mandaba (lo digo porque es quien hablaba) mentándole la madre a todos. Golpearon contra la puerta a una mujer embarazada (con toda razón mentó la madre, luego quise agradecerle el gesto pero debí atender otro asunto).

Sacan los rolos, la gente se alborota aun más, el miedo mezclado con la impotencia y por qué no, con el bochinche, claro. El guardia me pidió que grabara a la señora, así que eso hice (mis disculpas si le molesta).



Escuché al finalizar un señor que comenzó a incitar a los militares a que me quitarán el celular "¡Deje de grabar!" "¡Dígale que deje de grabar!", afortunadamente no tuve que decir mucho, la gente me defendió.


Me regreso a mi cola y con mi mini grupo comentamos lo sucedido.

La conclusión de este evento fue "¿Cómo podemos pedir un país mejor si no somos mejores ciudadanos?". Tengo la teoría de que tanto que han usado la palabra pueblo que a la gente se le olvidó lo que significa ser un ciudadano. ¿y el civismo? ¿educación? ¿vergüenza?


Porque sí, yo sé del comportamiento del consumidor y teorías de marketing pero señores, les aseguro que si no se colearan,  buscara como aprovecharse o generar desastre, seguro salimos todos contentos (o no tan mal).


Antes de que una doña (y con su respeto) me diga ganado. No señor, es civismo. Educación y respeto por mis pares. Si usted quiere protestar existen otras formas pero no estamos jugando. No hay nada que me de más dolor que ver cómo rompen las bolsas de comida y otros por el mismo desespero. Hay poco y se encargan de hacerlo aun más poco. Un conocido mío me dijo "Lu, deben comer mierda para que se den cuenta de la situación". Comeremos, porque nos afecta a todos pero igual yo utilizo cubiertos (si ustedes pueden entenderme).

De nuevo trifulca pero nada nuevo en realidad sucedía así que volví a mi cola, no sé cuánto pasó pero la razón fue que se acabó el jabón y ahí sí, nadie hizo ruido o por lo menos no lo oí. Y justo ya me tocaba nada para poder entrar ¡coño!

Normal, entro a buscar carne para el almuerzo (léase molida porque nunca más vi bisteck u otros) y me topo con gente que buscaba entre los anaqueles y para mi sorpresa, algunos sí encontraron jabón escondido entre los otros productos de los anaqueles.

Sigo mi camino al cajero, quiero ver cuánto tengo en la cuenta y escucho a una señora en la entrada a punto de llorar, quejándose y reclamando a seguridad "¿Cómo es posible que yo hice mi cola y allá sacaron un bulto de jabón y se lo llevó un señor en un taxi?"

Ella solo quería poner la denuncia. Así que la acompañé a hacerlo. 
Luego de 10 minutos y un empujón de un adulto de unos 35años con pinta de clase media baja quien en su prisa por creer que había jabón se llevó a la señora por delante, nunca se disculpo.

¿Santiago de los qué?


Nunca nos atendió el Gerente de Garzon, sino un encargado (odio mi memoria, no recuerdo el nombre). Quedó en que verían los vídeos para descubrir quién hizo esto pero nunca se ofrecieron a verlo con nosotras. De nuevo, yo no estoy para emitir opinión, sencillamente escucho.

En mi cola para pagar veo a la de "Atención al cliente" sacar 2 bolsas de jabón y darselas a un señor. Al rato la veo de nuevo, otras 2 a una señora. Obviamente ellos saben lo que hacen, obviamente las cámaras debieron haber registrado algo pero obviamente yo no entro en el paquete de beneficiarios por no tener un familiar en un supermercado.


Me voy sintiéndome triste, muy muy mal. Me duele mi país y no lo digo en tono cursi y novelesco pero me entristece saber que esta en efecto es mi gente.. "Tierra de clima tropical pero habitantes fríos"**

Usted puede decirme del venezolano pana lo que guste pero sí ,es pana más no un amigo. Es alguien que no le interesa si tu estás pasando roncha por ellos ahorrársela. Que no respetan a nadie. Que viven del ser vivo y se sienten orgullosos porque "consiguieron".

Yo antes creí que había venezolanos de 1,  2 y 3era categoría pero hoy me di cuenta que yo debo estar como de 6ta y debo admitir, estoy en una posición privilegiada.

Ahora me tocará comprar en el mercado negro, nunca antes lo he hecho porque me rehúso a apoyarlo aun cuando conozco cómo funciona el mercado y que realmente es el sobre control lo que lo origina pero bueno, ese ya será otro tema y quizás otro post. Espero no.

Llegué a esta conclusión hablando con un tío mío. Chavista hasta más no poder. Quien me dijo "Tu puedes pagarlo. Si eres ridícula. Haciendo cola. Ustedes los escuálidos si les gusta pasar roncha", le pregunté "¿Y los que no?" a lo que respondió "Pero tu sí puedes".
Luego me contó que el tiene su propio proveedor de alimentos y productos, caros claro pero puede pagarlos. Dijo que la señora estaba loca por andar formando ese "berrinche". No pude evitar bajarlo del pedestal en el que estaba para mí, ¿y el respeto? ¿y los demás?


A todas estas hasta aquí llegó el cuento. Un tema de sobremesa. Un estado de Facebook y que mañana, o realmente en un par de horas será olvidado porque yo debo seguir trabajando y todos tenemos que seguir...
Porque así es la vida y la vida sigue... y ya.




El soldado me recordó a Migue y no es por ser cursi. Pero tan imponente y a pesar de todo, no se veía como una mala persona, como si quisiera aprovecharse de su posición ¿Saben? El tipo estaba enfrascado en no dejar que nadie se coleara, en hacer las cosas en orden y no lo sé. Me recordó al difundo Sargento Miguel Parra. Ya vamos para el año y aun sin culpables.

Volví a casa y no puedo dejar de escuchar en mi cabeza 

"Así está mi ciudad, así está mi país"



** Cita de la canción: Clima Tropical - Canserbero