domingo, 21 de septiembre de 2014

Señorita Londoño

Nos tomábamos la vida tan a pecho que hacíamos planes en París, New York y demás destinos elítescos.
Cuando la realidad golpeó nuestros bolsillos nos quedamos en el continente bajo la promesa de cambiar de acento más que para conseguir leche.
Tomó mi mano de entre la reja de mi casa cuando esta se había convertido en cuartel militar para con mis excesos y susurrando lágrimas entregó a mi el más preciado de los recuerdos. Tu y yo, cantando bajo la lluvia y cualquier otras desgracias. Desde entonces nunca tuvimos problemas con el mundo más que los que este tenía con nosotras, por el mero mero placer de exigirle al destino todo lo que nos engañamos de infantas.
Venía junto con ella una cerveza medio caliente de un bar decadente que prometía ser nuestro punto de despegue.
Mi mayor miedo siempre ha sido el que la dignidad acabe con nuestras facetas.
Tantas veces nos hemos dicho adiós que he perdido la cuenta, pero si le preguntan a ella seguramente les dará la dirección exacta de dónde fue la primera vez que perdí mis pantaletas.
Nunca tuvo pena en mostrar mis verguenzas como pequeñas girnaldas que decoran mi cabellera. Lo más hermoso es verla en arapos dispuesta a hacer de su vida una leyenda.
Esta noche me he dispuesto una nueva meta.
Planté colillas en el jardín de su residencia para que pudiera olerme cuando ya no estuviera.
Me ha matado tantas veces que celebraremos en acres de champang mis 30.
Reiremos por siempre aquella noche en la que con empujones comprendimos nuestras diferencias.
Yo aqui, ella allá, durmiendo, siempre cansada.
Ella allá, soñando en ser Romeo.
Yo acá, intentando parecer poeta.
Ella allá, como siempre la he querido, deslumbrando los secretos del universo y explotando por las verdades de la sociedad.
Yo acá, ella allá pero siempre tan cercanas,
perdí la cuenta de razones para odiarla que no me quedó remedio más que adorarla.
Dulces sueños señorita Londoño.

domingo, 7 de septiembre de 2014

La burla de los mudos.

Salvaje
brusca
burlona.

Indecente
intocable
inesperada.

Irreversible
inapropiada
irresponsable.

Soberbia, lujuria y gula
todo en una sola.

Bruta
inculta
astuta

Promiscua promesa falsa del amor mediocre.

Satanizada
Santificada
Martirizada
y un tanto saturada de tanta mierda,
Compagina con mis cabellos el día
y solo me apasígua la lluvia de medía noche.

Yo no lloro, me desangro.
Yo no amo, me obsesiono.
Yo no soy yo,
Yo soy poesía
Yo solo bailo con mis demonios.
Yo no soy quien escribe,
son mis escritos quien por mi deciden.

La burla de los mudos
La cuentadora de ilusiones.
Buscando en el cielo ángeles
me perdí para no padecer de amores.

Alegato de defensa.

Diría Sabina, "ando buscando una mujer tan puta como yo" y bajo el soundtrack de "Contrabando" comienza este relato, que más que contar busca confesar. Dejaré por escrito mi maldición, no para alivianar pesos, creo que es el mundo el que debe de cargar conmigo y no viceversa, he ahí mi credo, mi propio perdón, mi completa absolución.

Lo que más odio de mi es lo que más defiendo.
Mi derecho irrevocable a ser humano
o no, no, va más allá de eso...
más que humano a ser bestia.

Nací en cueros, vengo de la naturaleza
y por la firme convicción de mi madre en hacer de mi un estandarte
antes de aprender a escribir ya estudiaba etiqueta.
La moral siempre fue adversa
por lo tanto no es de extrañarnos que la desechara antes de la pubertad.
Vino conmigo el día que fue firmado el documento que alega mi existencia
pero por tanto reclamo, hipocresía y queja, la he desechado por completo.

Las buenas costumbres depende de quien las mire.
No acostumbro despertar antes de medio día,
siempre que subo al bus doy los "buenos días"
y nunca he menospreciado una copa.
No soy de ninguna clase, por lo tanto regalo sonrisas a quien enmarque en mí su mirada.
Me quejo de todo solo a medida de lo posible
no exijo más de lo que no estoy dispuesta a dar
y doy todo lo que tengo a quien sepa navegar mis ríos.
No abuso de m vanidad, por lo tanto no me creo mar.
y afortunadamente...
Siempre he podido perdonar.

Mi dilema recae en nunca aferrarme a la acción sino al pecado.
La vida es corta,
de muerta solo quedarán mis pulgas
por lo que estoy bien segura que aquí, no estamos para olvidar.

Tantié al mundo para no errar
y de mí no sería nada si no pudiera fallar.

Tenté a la muerte y terminó por aburrirse,
desde entonces no volvió a buscarme y no la juzgo.

Tengo dedos de sobra para contar mis triunfos
y me hacen falta ojos para llorar las tragedias.
Poseo quizá el corazón más vil que conozco,
honesto hasta cuando engaña, miente y lo convierte en proeza.

Mi cuerpo está compuesto por baches y medallitas de guerra
en mi pared de logros solo cuelgo los errores que volvería a cometer.
Tengo un doctorado en cinismo
en mi balcón ondea la bandera de una vida sin arrepentimientos.
y aun cuando bajo la frente en busca de no encaprichar muchachos con mi papel de salvaje antes de humano.
No me doy por vencida en contar mis pecados como elogios.
Mi único orgullo es cómo al pasar los años, siguen rindiendo frutos.

De mi, no espere pleitesía.
Poco sé reconocer bondades.

No soy un maldito semi-Dios,
tampoco espero algún día llegar a serlo.
por lo que en su defecto, mi objetivo no es encantar al hombre
sino deslumbrarlo.

De mi vida no pretendo más que una condena directa a la hoguera.
Quemar bosques completos solo con la mirada,
por el mero capricho de verlos crecer de nuevo.

Tómeme completa,
me ofrezco a usted cual plato principal en fiesta pagana
en cuerpo,
alma
y espíritu
Le ofrezco mi ternura sí y solo sí, se atreve a formar parte del caos.

Sea un hombre fuerte,
no se aferre a la corriente y déjese querer por esta loca.
No espere que todos los días me siente de piernas cruzadas,
que de mi boca salga solo poesía
que elimine de mi ser toda cobardía, coraje y brutalidad.
Mi mayor placer siempre será el poder recordar,
que antes de mujer, fui animal.