lunes, 24 de noviembre de 2014

Dios está en su retiro.

A la mañana ya era la tarde y vivir dejó de ser decreto para ser obligación, impuesta por supuesto.
Ardían las tripas pero no había anís, ni dulce, ni alcohol.
Caminando me topé con un señor y este me dijo "Amor", !que grata palabra¡, "¿Cómo haces para vivir así?" a lo que educadamente respondí "en mi casa no hay espejos, para evitar las confusiones" me dijo entonces "sabrá Dios que tienes..." no me atrevía a decirle que Dios se había tomado la semana libre para ir a un retiro espiritual, estaba falto de fe, por lo que proseguí con un "Nada, no tengo nada" y a decir verdad, nunca di respuesta tan sincera.
Bajaron las apuestas, soy escritora de tragedias, las victorias me resultan presuntuosas.
Estridente lejanía.
La espera angustia pero debo prolongarla.
De toda la multitud nadie pensó quizá "¿Qué hay si ella no quiere irse?", si prefiere las cadenas para soñar con libertad...

Qué sería de mi si pudiese llorar...

C4987

Si el tiempo valiese menos y pudiera decir "lo siento, me he equivocado, ¿podríamos hacerlo de nuevo?" Regresaría y me postraría ante el féretro. Me desangraría con golpes de pecho olvidando los modales y educación que me inculcaste. 
Si el tiempo valiese menos lo olvidaría todo, todo, para poder retener más de ti en mi cabeza. Esta vez no sentiría vergüenza. Sería débil y dejaría a mis rodillas quebrase al palpar los cristales.
Me ahogaría en tu ausencia
Pasiva y letal miseria
que con honestidad no dejó frutos, quemó cosechas.
Si el tiempo valiera menos, como para poder enmendar cada sonrisa esperanzada. Olvidaría el despertar cada mañana y me permitiría acompañarte, como siempre hice. Reposaría entonces sobre ti, en la parcela C4987
Abrazaría tus restos, infinitos y diminutos reproches que me cansé de escuchar.
Si el tiempo valiera menos
Si el coraje fuese más
Si no fuera tan cobarde
Si la vida fuese justa
Ese miércoles no te hubiese abandonado.
Y seguiríamos juntas, como siempre hemos debido de haber estado.

"Nadie merece esto... Ni siquiera yo"

Subió la cabeza, miro al cielo y se dijo "Nadie merece esto... Ni siquiera yo"

A los 40 de mis muelas quedarán migajas pero ¿es que acaso el tabaquismo no es suicidio por suscripción?
Inhalo mis anhelos
Exhalo las nostalgias
La desesperanza es el desayuno del hambriento pesimista.
La soledad fue por elección, al igual que mis cicatrices y esta camisa
La desprecio pero no dejo de quererla, cual casado acepta su condena.

Imaginaba viajes, imaginaba hoteles
Imaginaba tus dedos envejecer entre mis manos.
Imaginaba despedidas para colmarnos de amaneceres, drama para bañarnos en placeres.
Te imaginaba desnuda frente al espejo, inocente del riesgo de mi presencia.
Te vi llorando nuestro último beso, pero nunca llegaste a nuestra última cena.

Me alimento de ponzoñosas visiones
palabras que tu boca no ha pronunciado
llagas que en mi cuerpo aun no han brotado
pero arden al tacto
cómo arde mi piel a tu tacto.

No tengo sed
No tengo cansancio
Cerrar los ojos sería derrotarme en la primera pestañada
Sería fácil encogerme a feto
huir de tu brisa
encontrar un refugio
pero aquí me tienes, aunque no me mires, como todo un hombre en frente tuyo.

Amaneció lloviendo
Amanecí llorando
pero mi barba ya estaba empapada.

Pareciera como si en el cielo no entrara otra nube. Es un día triste y lo sabe. 
Podrá salir el más cálido sol de todos los soles y sus rayos pasarán a mi piel como llamas del peor de los infiernos.
O podría por cierto, ser el contrario, el reverso, y visitarme el frío para darle amargo a la nostalgia que no sentirían mis pies entumecidos
no se siente cuando no se tiene alma.
Se bañó el cielo en nubes grises, dejando a mi desfortuna la suerte.
El cielo está colmado de nubes, como si por su parte supiese que es un día triste.

Subió la cabeza, miro al cielo y se dijo "Nadie merece esto... Ni siquiera yo"


sábado, 15 de noviembre de 2014

Del silencio como amigo

Nos rozamos una tarde y más nunca tuve frío
desde entonces y durante algún tiempo nos propusimos hacer un trío
Él, yo y mis deberes
Él, yo y mis culpas
Él, yo y mis otras tantas yo convertidas en dudas.

Nos tomaba por sorpresa
hinca píes en la calle
regresaba bien tarde
para no escuchar las quejas.

Entramos a cada café, bar y discoteca
Teníamos almuerzos por cenas y cenas en su alcoba
Me tomaba por sorpresa y yo caí cual boba
Ingenua ante las tinieblas
era luz y yo la sombra

Desde entonces y hasta ahora.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Relato de un Domingo.

Hay momentos en los que no puedes evitar preguntarte "¿Cómo demonios hice yo para vivir sin esto?"
Soy participe del grupo de los de "nada ni nadie es necesario" pero confieso con mucho orgullo que estoy completamente de acuerdo en que "la felicidad solo es real cuando es compartida", ya sea por amores, amigos, familia o hasta un perro desastroso llamado Tao.

Era Domingo por la tarde, de esos donde el sol se pone de tu parte y te brinda un calor que no sofoca sino que abriga. Lo vi acostado sobre su cama, como si estuviese totalmente solo, con los pies desnudos y usando los anteojos que detesta utilizar y solo lo hace en soledad porque es el único momento en el que se siente cómodo para hacerlo. Esa es la palabra, estaba cómodo y yo estaba en la habitación.
Hay días en los que su perfume sencillamente me enloquece pero este no era el caso.
No había nada en él que pudiese llamar mi atención esa tarde pero estaba perdida, cautivada, viéndolo vivir su vida como acostumbra hacerlo en soledad. Como si yo no estuviese en la habitación. Sin siquiera dirigirme una palabra.
Estaba ahí, acostado, escuchando canciones que en mi vida escuché y que dudo llegue a cantar. No pintaba nada en la escena y nunca me había sentido tan incluida.
Una voz en mi cabeza decía "¿Volveré a sentirme así?"

Nunca lo vi tan hermoso como esa tarde de Domingo en el que desnudó su persona frente a mi sin vergüenza alguna.
Intentaba hacer de todo para contenerme. Comencé a ordenar cada pequeño objeto en la habitación para no dejar en evidencia que estaba muriendo, me estaba quemando un sentimiento tan grande y tan delirante, estaba gritando, explotando frente a él y él en serena calma, siempre en calma.

Cayó la noche, cayó la lluvia y el silencio se apoderó de toda la escena. Abrí los ojos, observo el techo y caigo en cuenta de que no es un sueño. Llegaré al absurdo de decirles que fui Dios y pude vernos en tercera persona.  Me vi sonriendo sin vergüenza alguna al solo verle hablando con sus amigos, caminando tomado de mi mano y viajé al pasado a cada uno de los días que pasé en su compañía.Me vi en completa oscuridad, en mitad de la madrugada con él durmiendo en mi pecho y mis brazos a su al rededor. 

Entonces sales de escena y observas todo desde arriba y te ves a ti, ahí, feliz, al lado de la persona con quien quieres estar y no puedes evitar pensar "es aquí donde yo siempre he debido de estar". No tenía que pensar nada más, no había nada que pensar y noté que ni el mismisimo Dios, ni todos los espectadores podrían sentir lo que yo siento, ver lo que yo veo. Volví a tomar asiento preferencial, regresé a mi cuerpo y acepté que en realidad, se puede ser completa y absolutamente feliz sin siquiera pedirlo, sin siquiera pensarlo, sin siquiera intentarlo. Se puede ser completamente feliz teniendo algo que con honestidad, no necesitaste hasta ese entonces.
Comencé a sentirme como la chica más afortunada del planeta, lo que tenía en mi pecho valía más que todo el crudo y las minas del mundo. Luchaba para no hacer ruido, reír, llorar, ¡era lo mismo! la felicidad que se acumulaba en mi pecho no encontraba formas de ser expresada, ¿acaso este momento no podría ser eterno?

Saber que nunca en la vida tendrás otro momento así te hace valorar todo. Tome una foto en mi cabeza que veo cada mañana.

Pueden venir mejores momentos, puede que solo me quede ese pero saber que jamás, en ningún otro plano, con ninguna otra persona podrás sentirte tal cual como te sientes justo ahora, justo aquí...

Justo donde deberías estar.


Entendía a Sylvia Plath, "Quizá nunca llegue a ser feliz pero esta noche estoy contenta".
Cerré mis brazos, lo abracé con fuerza y besé su cabello. Esa noche no dormí, descansé.