martes, 15 de julio de 2014

Petunia habló

No existen poemas de amor
Evítese caer en engaños
Los versos han sido disecados y la autopsia mostró una fuerte ausencia de corazón
Sólo quedaron marchitos los nombres dentro del cuerpo de un hombre que se juró no parar hasta encontrar la divinidad prometida dentro de los cuentos cursis y novelas ficticias de autores suicidas
Pero qué se puede esperar en un mundo donde nadie lee biografías.
Dejemos caer nuestros cuerpos al fuego y terminemos con esta vil agonía
A nadie le interesan tus mañanas, nadie realmente te desea unos buenos días
Si es cierto, existen veladas.
Hay atardeceres, bahías, canciones y cenas que prometen dar vida a dos seres inmutes
Pero más allá de eso, ¿qué nos queda?
¿Qué queda luego del beso de despedida?
¿Qué puede un ser obtener de otro luego de dejarse consumir por la pasión carnal y momentánea?
No existe vida en este planeta
No existe planeta en este universo
Somos sólo un invento de grandes hormigas que juguetean a ser hermosos y usar perfumes y aprender pasos de baile para el cortejo animal del folle habitual que consiste en no más que ceder… y aguantar.
Estoy harta de las falsas promesas
De las largas avenidas
Y de esta maldita soledad
Estoy cansada de sus voces
De sus reclamos
De exigirle a quien no le importo un poco de cariño
Estoy harta de no importar
De no ser nadie entre un mundo de nadies que te clasifican como nadie por crueldad
Estoy cansada de esperar
De olvidar
De soñar que quizá mañana sea diferente
Aquí no hay beso que cure la ausencia de una compañía honesta
Ya nadie acompaña
Sólo estamos por estar.
Ya no existe compañía real.
Todos viven el presente viviendo otros momentos
Todos perdidos entre la muchedumbre on-line.
Estoy cansada de sentir este crucifijo de soledad
De que el sol me ciegue
De caer
Y de que me rompa las rodillas
 Y que a nadie más que a mi le importe en lo absoluto.
Y a ser sincera,
Hace semanas que dejó de importarme mi persona.
No más lamentos
No más sacrificios
Por favor, dejen mi cuerpo caer ante el vicio
No más absurdos
Adiós y despedidas
Ya no quiero herida más heridas
Déjeme finalmente, vivir tranquila.
Que la muerte me abrace
Que el fin sea el comienzo
Que mi cuerpo se desplace a las sombras donde se esconden todos nuestros inocentes sentimientos
Misericordia de los lamentos, pido ante el veneno del abandono que me sea otorgada la extremaunción de mi locura y lleve consigo un manto blanco, virgen de todo engaño mi santa extradición.
Dejo caer mi mano tendida entre la sábanas empapadas de colores
Dejo caer mis pies ante desorden que habita dentro del cuarto vacío
Y dejo caer mi voz, para ocultarme dentro del silencio y finalmente callar.

Con un grito, me libero.

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