Otra noche de velas en pleno auge latinoamericano, pero no
pude esperar hasta mañana para darte esta noticia, disculpa mi caligrafía. Por
favor, sírvete un vaso con agua y toma asiento, trataré de ser breve para
evitarnos lamentos.
Bolívar nos engañó, y
pareciese como si las únicas que sufrimos
por ello somos tú y yo. La maldición del soldado que asesina a su hermano nunca
llegó y la primera necesidad es el aceite el cual tiempo sin estar en los
anaqueles semi vacíos del prometedor modelo económico. Sobre luces sólo te
comentaré que es habitual su ausencia a estas horas y que la esperanza del país
olvida su instrucción a partir del viernes chiquito.
El miedo superó a la libertad y sin embargo, eres libre de
delinquir en casi cualquier acto, decía negarse al trono pero reviven sus
palabras aferrándose a una silla roja de algún terciopelo extranjero y sobre el
tiempo de estadía le comento, que con gusto el pueblo se acostumbró a obedecer
y una rotativa de la élite cerrada gustosamente manda sin desdén.
Nadie ha aprendido de las derrotas, otra de sus primicias
rotas. Vencer es el objetivo pero su ego es más poderoso que el oro negro y refutan
cualquier estadística que les contradiga. Existen dos bandos, donde sólo cambia
el diminutivo de “gigante” pero no su estrategia.
Te han lastimado querida y la sangre de mis amigos ha
manchado tus colores, indignada debo disculparme de nuevo, pero el poco jabón
que cargo celosamente lo guardo para lavar mis tres arapos que conseguí en
oferta por el objetivo de desangrar la
economía.
Quitaron de nuestras tierras la corona española y
selectivamente sólo uno de los grandes imperios, eso es cierto, pero conociendo
ahora mi gentilicio tengo la certeza de que quien lo hizo fue el malandro que
arrebató de mi padre su preciado anillo de grado. Te re-formaron a toda costa
amada mía, con el dolor de centenares de familias y ya nada es tolerable; los
ciudadanos cada día pierden el honor de poseer el título y con insultos,
bebidas espirituosas y chabacanería manejan sus coches sin importarle el de a
pie.
Qué triste el dolor que me envuelve querida mía.
La agonía de verte violentada por 28 millones y pico de puro
papel plastificado. Personas ausentes por falta de medicamentos, por resistirse
a un secuestro, por querer una vida mejor. Cuento con los deditos de los pies
los ahorros de mi cuenta para poder comprar el ticket al viejo continente.
No existen disculpas para pedir tu perdón, pero no existe la
ruidosa unión. No tengo otro sueño que vivir y entre estas calles sin asfalto
corro peligro; no confío en las líneas de ayuda, no hay señal en esta esquina.
Quisiera un devastador terremoto que tumbe finalmente a
todos los que desde arriba se toman fotos con nuestros indígenas para una valla
publicitaria, pero quienes deberían hablar callan y quienes se atrevieron
desgarraron sus gargantas con gritos libertarios. La nueva utopía es conseguir
un trabajo y el opio del pueblo se llama papel higiénico.
Ahí van, bailando joropo en la cola del Mercal unos y otros
desde la comodidad de un android juran con un hasthag terminará de acabar el
circo. Murió el dueño. Quedó el payaso. La obra se titula "El nuevo Estado
Bolivarino de la República Bolivariana” y yo, ya me he cansado.
Bolívar nos mintió, la moral y las luces, la libertad,
justicia, unidad, aparentemente tampoco son una necesidad, no se mide en
ninguna tasa SICAD.
Bochinche en pleno horario laboral; cuento las baldosas que
faltan en el suelo del Aeropuerto Internacional. Me despedido desde el pueblo
olvidado por todos menos la propaganda electoral. De ti no tengo recuerdo, todo
lo bueno se lo llevó la falsa revolución y un gentilicio de mierda que de
gentil no tiene nada.
Huiré del país donde uno solo ejerce todos los poderes, Venezuela
es sinónimo de esclavos.
No llores por mí, Argentina seguramente te glorificará otro
rato.
Patria, te amé tanto.
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