sábado, 19 de julio de 2014

Carta a la Patria

Otra noche de velas en pleno auge latinoamericano, pero no pude esperar hasta mañana para darte esta noticia, disculpa mi caligrafía. Por favor, sírvete un vaso con agua y toma asiento, trataré de ser breve para evitarnos lamentos.
Bolívar nos engañó,  y pareciese como si las únicas  que sufrimos por ello somos tú y yo. La maldición del soldado que asesina a su hermano nunca llegó y la primera necesidad es el aceite el cual tiempo sin estar en los anaqueles semi vacíos del prometedor modelo económico. Sobre luces sólo te comentaré que es habitual su ausencia a estas horas y que la esperanza del país olvida su instrucción a partir del viernes chiquito.
El miedo superó a la libertad y sin embargo, eres libre de delinquir en casi cualquier acto, decía negarse al trono pero reviven sus palabras aferrándose a una silla roja de algún terciopelo extranjero y sobre el tiempo de estadía le comento, que con gusto el pueblo se acostumbró a obedecer y una rotativa de la élite cerrada gustosamente manda sin desdén.
Nadie ha aprendido de las derrotas, otra de sus primicias rotas. Vencer es el objetivo pero su ego es más poderoso que el oro negro y refutan cualquier estadística que les contradiga. Existen dos bandos, donde sólo cambia el diminutivo de “gigante” pero no su estrategia.
Te han lastimado querida y la sangre de mis amigos ha manchado tus colores, indignada debo disculparme de nuevo, pero el poco jabón que cargo celosamente lo guardo para lavar mis tres arapos que conseguí en oferta  por el objetivo de desangrar la economía.
Quitaron de nuestras tierras la corona española y selectivamente sólo uno de los grandes imperios, eso es cierto, pero conociendo ahora mi gentilicio tengo la certeza de que quien lo hizo fue el malandro que arrebató de mi padre su preciado anillo de grado. Te re-formaron a toda costa amada mía, con el dolor de centenares de familias y ya nada es tolerable; los ciudadanos cada día pierden el honor de poseer el título y con insultos, bebidas espirituosas y chabacanería manejan sus coches sin importarle el de a pie.
Qué triste el dolor que me envuelve querida mía.
La agonía de verte violentada por 28 millones y pico de puro papel plastificado. Personas ausentes por falta de medicamentos, por resistirse a un secuestro, por querer una vida mejor. Cuento con los deditos de los pies los ahorros de mi cuenta para poder comprar el ticket al viejo continente.
No existen disculpas para pedir tu perdón, pero no existe la ruidosa unión. No tengo otro sueño que vivir y entre estas calles sin asfalto corro peligro; no confío en las líneas de ayuda, no hay señal en esta esquina.
Quisiera un devastador terremoto que tumbe finalmente a todos los que desde arriba se toman fotos con nuestros indígenas para una valla publicitaria, pero quienes deberían hablar callan y quienes se atrevieron desgarraron sus gargantas con gritos libertarios. La nueva utopía es conseguir un trabajo y el opio del pueblo se llama papel higiénico.
Ahí van, bailando joropo en la cola del Mercal unos y otros desde la comodidad de un android juran con un hasthag terminará de acabar el circo. Murió el dueño. Quedó el payaso. La obra se titula "El nuevo Estado Bolivarino de la República Bolivariana” y yo, ya me he cansado.
Bolívar nos mintió, la moral y las luces, la libertad, justicia, unidad, aparentemente tampoco son una necesidad, no se mide en ninguna tasa SICAD.
Bochinche en pleno horario laboral; cuento las baldosas que faltan en el suelo del Aeropuerto Internacional. Me despedido desde el pueblo olvidado por todos menos la propaganda electoral. De ti no tengo recuerdo, todo lo bueno se lo llevó la falsa revolución y un gentilicio de mierda que de gentil no tiene nada.
Huiré del país donde uno solo ejerce todos los poderes, Venezuela es sinónimo de esclavos.
No llores por mí, Argentina seguramente te glorificará otro rato.


Patria, te amé tanto.

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