domingo, 19 de enero de 2014

Mi musa ríe, ríe mucho y casi no llora.

Mi musa ríe, ríe mucho y casi no llora.
En invierno suele usar vestidos.
Como si quisiera desafiar al frío. 
Sus piernas son un gesto de humanidad para mantener calientes nuestras mentes.
Mi musa ríe, ríe mucho y casi no llora.
Desvaría y se confunde, se pierde fácilmente y como está consciente de ello.
Se me va y se me pierde durante horas...
Se pierde en el agua de la ducha, del lavabo, es lo más cerca que está del mar (se dice)... Y no sabemos de ella.
A veces se nos va a París y se enamora.
O es una estrella de Hollywood o se queda aquí y es divina.
A veces regresa con melancolía, suspirando, que sus sueños no se asemejan a su realidad, que espera que ese sueño no sea real. 
A veces no regresa hasta el día siguiente y se muerde las uñas...
Mi musa no madruga.
Siempre duerme hasta medio día con la excusa de que no le gustan las mañanas, sin embargo mi musa no se acuesta hasta después del amanecer. 
Digo que no le gusta el ruido pero ella dice que le aterra el silencio. 
Mi musa es linda, me atrevería a decir que a veces hasta hermosa, una niña curiosa en busca de las promesas de la vida que exponen los autores existencialistas. 
No le interesa culturalizarse, no busca respuestas, no se rompe la cabeza con preguntas. 
Ella como un niño que comienza a vivir, solo tiene dudas y más que saber quiere entender. 
Ciencia, medicina, historia... Quiere entenderlo todo sin buscar ser sabia, como un niño, solo quiere saber, el resto le causa más duda.
Mi musa es el reflejo de todo lo que olvidamos, todo lo que los padres dan por sentado, siendo en carne y pelo la representación del caos. 
Mi musa es extraña y cohibida, siempre luce sus plumas para ahuyentar a las masas. Dice que la mejor forma de pasar de ser percibida es atrayendo las miradas.
Mi musa es ilógica, espontanea y extrañamente suele tener la razón.
Mi musa peca con confianza, sin titubeos y con mucha ignorancia. Inocente ante las reacciones del mundo. Como si lo supiera todo y justo lo que pasa fue lo que nunca imaginó.
Mi musa ríe, ríe mucho y casi no llora.
Pero cuando llora...
Mi musa soy yo misma.
Siempre perdiéndome en espejos y vidrios con reflejo.
Imaginando escenas en tacones y otras en la calle.
Viviendo realidades ya vividas, diálogos ya dichos, cuerpos ya explorados.
Viviendo aventuras ficticias.
Escenas en futuro.
Encuentros sin vivir...
Da discursos a argumentos que aun no suceden y sin embargo, algunas veces, como si lo supiese desde un principio, suceden.
Mi musa ríe, ríe mucho y casi no llora...
Pero cuando llora...
                           Recuerdo por qué es mi musa.






(que vivan las servilletas electrónicas! QUE VIVAN!)

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