Si me extrañas y quieres hablarme, mejor escríbeme un poema.
Que ordene tu cabeza y emociones, donde tengas que detenerte en la mitad para secar tus lágrimas, donde finalmente te puedas drenar.
Si me piensas y quieres contarme algo, cuéntalo al viento.
Que llegará en ventisca a mis oídos y sonreiré mirando al cielo.
Hagas lo que hagas, si me piensas, disfruta haciéndolo. No quiero ser una pérdida de tiempo.
Y si alguna vez quieres quererme como te quiero, escribe para mi y ve a visitarme.
Mi calle queda sobre una avenida, con una chimenea subterránea humeante.
Donde las penas se tornan atardeceres y la soledad apesta a marihuana.
Donde siempre que tuvimos una guerra se firmaba un beso de paz, ese lugar mágico en mitad de la Capital.
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