Te esperé y nunca llegaste. Podía esperar más pero me echaste. No tuve miedo a la sombra, no sentí pánico del frío, mis tripas reventaban como ópera pero la incertidumbre nunca fue mi enemigo.
Pude esperarte años, te he esperado siglos pero consecuente con tus palabras, me abrazas y me tiendes al vacío.
Me acerco y das dos pasos.
Me alejo y corres a mi rescate.
He vivido en un engaño
Soy yo quien vuelve para no olvidarte.
Cumplo el sueño de todo humano, te hago el favor y persevera en mi tu olor sobre el tiempo.
Nadie quitará mi orgullo, la culpa es solo mía porque has decidido no acompañarme pero no decaigo, no te sustituyo, no beso otros labios y no permito vendas sobre mi herida.
Te soy fiel ante todo, cual perro callejero, flaco hasta las costillas, con fe hasta el sepulcro.
Te esperé y nunca llegaste
Me di la espalda para no mirarte y de reojo noto que no apareces, ni una visión, ni un mal entendido se cuela en esta conversación ausente de receptor, excedente de mensajes que no viajan a ninguna parte porque no tienen a dónde ir.
Cobraste vida en mi virtudes y ahora me encuentro carente de desprecio.
Me acerco y das dos pasos pero aun así lo intento y caminamos el mundo a distancia.
Me dedico a cultivar, sembrar y consumirme en la memoria vaga y tus sonidos. Entro en cólera para sentirme amada y nunca antes amé tanto como hago ahora en pleno desamor.
Visto rosas no sé si para tu velorio o nuestra boda pero estaré preparada para cuando aparezcas, así sea solo para echarme un vistazo.
Te esperé...
Pero me he marchado.
Sin embargo te dejo mis palabras, para que algo te reciba si es que en realidad algún día pretendiste volver.
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