viernes, 24 de julio de 2015

Viejo, tonto y lento.

Se me ha pasado el amor en la penumbra del olvido.
Y a veces el recuerdo carcome a la memoria
Y otras veces... Es tan suave como sus ojos de perro adolorido.
Cuántas noches en vela pasé pensándote.
Admito que pensaba en cuán real pudiese ser que tu me pensaras también. 
Cuántas veces dije tu nombre en silencio, como un profundo secreto que añoran pronunciar mis labios.
Rehíce mi vida. Cambié de puesto los muebles. 
Mordí mis uñas para evitar que mis dedos te escribiesen. 
Tome todos los barcos a direcciones opuestas
Me entregué a otros, por la mera necesidad de no ser tuya.
Aprendí a vivir con tu ausencia hasta que esta también abandonó
Y entonces fui feliz durante un par de meses
Hasta que noté que su frío era mejor que este calor vago e infinito.
Cuántas veces quise despreciarte
Cuántas vidas hubiésemos vivido
Cuántas veces me mató el silencio y dibujando tus pasos en el metro, jugaba mi cabeza...
Sintiendo que después de muchos otros, la vibración de tus pisadas levanten mi cuerpo.

¿Qué podría decirte que no haya dicho antes?
Sí, he besado y corrido más de una vez.
No, no podría citarlos a todos.
Pero las sensaciones no se olvidan y cada boca contiene una concentración de sal particular
Depende más del amante que del amor el poder recordar.
Uno hace lo que puede, buscando que cada fibra se despierte... Pero y si no lo hace...
Entonces no se hace nada y se arropa hasta los hombros y se da la media vuelta
Si no se siente tan guerrera puede aceptar las molestias y permitir que la abracen
Pero depende de júpiter, no del día, ni del amante.

Hoy te he pensado
no te he extrañado
Solo pasó tu algo en mi todo
y me dejo tan poco...
Emergió una verborrea ácida, sangrante, manchando mis labios.
Amenazante, caprichosa, letal...
Instigando a la calma.
Incitando a la poca cordura a suicidarse.
No entro en pánico sino en tu cabeza
y jurungeo cada rincón por donde me borraste
Pero no había nada
Estaba abierta
y entendí cómo finalmente pude escaparme.




2 comentarios: