como un martillo que destroza mis ganas de vivir
La marea sube y para cuando me doy cuenta, ya emerjo ahogado entre los nudos de mi garganta
Los únicos botes que se acercan son piratas
y no sé si prefiero morir o ser asesinado.
Su tormento es milagro.
Disfruto verla flotando única en su caos.
Pasa otro día, la alcanzaba la noche y Lala colgaba en el techo todos los qué haceres que nunca tendría tiempo de atender.
Pasa otro día, la alcanzaba la noche y Lala se mantenía despierta armando y desarmando planes en su cabeza.
Pasa otro día, la alcanzaba la noche y Lala erizaba sus pensamientos en telarañas que no lograba destejer.
Pasa otro día, la alcanzaba la noche y el techo de Lala cayó sobre ella.
La presión de su mundo amenazó con aplastarla pero de alguna forma mágica su cama quedó intacta y fue entonces cuando Lala, al abrir los ojos tras el pánico, pudo finalmente ver las estrellas y olvidarse de todo por un buen rato.
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