Un día quiero ser tan grande,
como las estrellas que veo en el cielo
desde acá se ven tan pequeñitas...
Tan lejos.
Pero ¡míralas brillar!
Uno no duda con eso.
- Tan grande así como el fuego que les explota por dentro?
Tan grande como la vida entera que fulmine mi cuerpo.
- Y si es más de lo que soportan tus huesos?
Entonces compraré unos nuevos.
Reparo los viejos.
O se los vendo al latonero.
No lo sé,
quizás nunca haga nada con ello...
Los mejores caprichos son siempre los que nunca tenemos.
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