lunes, 24 de noviembre de 2014

"Nadie merece esto... Ni siquiera yo"

Subió la cabeza, miro al cielo y se dijo "Nadie merece esto... Ni siquiera yo"

A los 40 de mis muelas quedarán migajas pero ¿es que acaso el tabaquismo no es suicidio por suscripción?
Inhalo mis anhelos
Exhalo las nostalgias
La desesperanza es el desayuno del hambriento pesimista.
La soledad fue por elección, al igual que mis cicatrices y esta camisa
La desprecio pero no dejo de quererla, cual casado acepta su condena.

Imaginaba viajes, imaginaba hoteles
Imaginaba tus dedos envejecer entre mis manos.
Imaginaba despedidas para colmarnos de amaneceres, drama para bañarnos en placeres.
Te imaginaba desnuda frente al espejo, inocente del riesgo de mi presencia.
Te vi llorando nuestro último beso, pero nunca llegaste a nuestra última cena.

Me alimento de ponzoñosas visiones
palabras que tu boca no ha pronunciado
llagas que en mi cuerpo aun no han brotado
pero arden al tacto
cómo arde mi piel a tu tacto.

No tengo sed
No tengo cansancio
Cerrar los ojos sería derrotarme en la primera pestañada
Sería fácil encogerme a feto
huir de tu brisa
encontrar un refugio
pero aquí me tienes, aunque no me mires, como todo un hombre en frente tuyo.

Amaneció lloviendo
Amanecí llorando
pero mi barba ya estaba empapada.

Pareciera como si en el cielo no entrara otra nube. Es un día triste y lo sabe. 
Podrá salir el más cálido sol de todos los soles y sus rayos pasarán a mi piel como llamas del peor de los infiernos.
O podría por cierto, ser el contrario, el reverso, y visitarme el frío para darle amargo a la nostalgia que no sentirían mis pies entumecidos
no se siente cuando no se tiene alma.
Se bañó el cielo en nubes grises, dejando a mi desfortuna la suerte.
El cielo está colmado de nubes, como si por su parte supiese que es un día triste.

Subió la cabeza, miro al cielo y se dijo "Nadie merece esto... Ni siquiera yo"


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