miércoles, 14 de enero de 2015

Jarabe y Tos

No existe sol más brillante que el de las tardes de Agosto.
Y es ese, en resumen, el extracto de la vida el cual quisiera repetir caprichosamente.
La brisa
¡Ay, la brisa!
La libertad
¡Ay, la libertad!
El amor, la alegría, la dicha, la infancia.
Jugar a descubrir la gran ciudad.
Explorar el mundo bajo su tutela callejera y atrevida, en ocasiones hasta osada forma de  burlar la muerte.
De todo lo que atesoro, pocos recuerdos lastiman menos que los momentos en los que quemé mi último año de adolescencia.
Me pregunto si algún día tu voz hará tregua en mi cabeza.
Tenía tiempo sin escribir algo tan dulce y tan noble.
Me tomó la memoria completamente desprevenida pero mi corazón finalmente estaba en júbilo.

4 comentarios:

  1. ¿Y será que esos años son los recuerdos anhelados hasta el fin de nuestra existencia?

    Siempre me he cuestionado eso, sin dejar de un lado la nostalgia que causa la forma en que la vida va moldeando nuestra arcilla, siendo esta, la más pura expresión con la que nacemos y venimos al mundo, ese contraste entre lo ingenuo y lo aventurero.

    I miss those times...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todos, todos, todos y qué bonito que escribas y más bonito tan poético.
      Creo que parte de su belleza radica en la nostalgia y bueno... Crecer no es malo, solo... El sol solía ser mucho más dorado.
      Joder, tenemos que hacer algo!

      Eliminar
    2. La nostalgia. Que enfermedad tan abrumadora ella. La que cambia un pasado intenso para invadir un futuro incierto.

      No sé si haciendo algo, algo cambie. Todo pareciera ser un pseudocódigo para que siempre fuese igual, años tras años, generaciones tras generaciones.

      Eliminar
    3. Ay querido. Te cuento que yo tampoco tengo la respuesta, pero supongo que seguiremos intentando.
      Creo que para eso se escribe tanto, para recordarnos.

      Eliminar