martes, 20 de mayo de 2014

Carta Urgente. (gracias Doc)

He querido escribirte por un impulso catastrófico que ha dominado mi noche, mi día y nuevamente la noche.
No sé si libere la necesidad absurda de comunicarme contigo pero no puedo pasar otra noche en vela con tanto por hacer.
Sobre el futuro de esta carta, no hay nada que se pueda prometer y aun deambulo entre la indecisión del "qué haré?", cuando suceda, lo sabremos.

Mis días parecen eternos y disfruto como cambia el sol a medida de que paso de página, pero llegan esos minutos dentro de cada hora en la que una ventisca fría se cuela en el balcón y me recuerda la realidad de la que no me podré desprender.
Me aterra el silencio, siempre lo han sabido bien mis demonios... Y dado el luto interno supongo que se han apiadado de mi alma para darme un tiempo de reposo. Ahora tengo el doble de miedo, en mi cabeza no hay ruido que cubra el derivar de mis pensamientos.
Pensaba en soledad y pensé en ti, por melodramático que suene, de ahí salió mi urgente necesidad de escribir(te).
Sólo una vez lo soñé pero realmente no puedo imaginar la soledad que puedes enfrentar o la tristeza que colma tus tardes. Quizá sea sólo exageraciones de mi malcriada cabecilla pero no puedo imaginar que sería de mí si mi señora estuviese aquí pero ausente. Disculpa por recordartelo.
Me he llenado de una doble tristeza estos días que me impide reposar la cabeza, como si me doliera mi existencia y a su vez, la tuya. Como si sintiera por mis absurdas creencias que estás solo y ahora que me siento más sola de lo que pude imaginar, no puedo siquiera soportar creer que alguien más, cercano, sienta un poco de esa brisa fría que llega un minuto por cada hora.
No sé si es que ahora comprendo cosas de ti que antes no entendía, que no le veía sentido... Pero la experiencia de estos últimos días me ha vuelto más cerrada, más callada, más tranquila y sin duda alguna, más vacía. Realista. Pesimista.
Sea lo que sea me ha convertido en cosas que solía odiar de ti pero que ahora, creo poder entenderlas.
Siempre fui tan necia?
Qué tan solo se puede estar?
Cómo se deja de estarlo?
Tantas dudas que podría preguntarte pero que no vienen, ni van al caso.
La cuestión es de que ahora, en estos momentos, hablarte sería un alivio. Que no quiero saber de ti, ni de mi, quiero aprender a tener la fortaleza que siempre te ha caracterizado y que perdí con los años.
No sé cómo lidiar con mi dolor y mucho menos con el ajeno... Pero si hay algo que lograba conseguir contigo era no sentirme tan sola entre tanta gente y tanto ruido.
Hoy sólo hay vacío.
No tengo miedo a parecer idiota, ridícula.
Tengo miedo a que lo único que poseo, que son mis sentimientos, sean desechados como lo haz hecho conmigo.
Hoy, me haces una gran falta, escarabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario