J: Por qué lanzas esa bomba así?
L: Porque puedo, el día que me pediste ser tu novia me diste el derecho a hablar de ti de por vida y viceversa. Cuando guste y con quien guste y no precisamente de cosas que te gusten.
J: Ahora vas a sacarme esa carta?
L: Siempre que pueda, para algo existe.
J: Juegas sucio.
L: Y eso te sorprende?.
J: Entonces, a qué vas? Qué ganas con esto?
L: Absolutamente nada, de la misma forma que nada pierdo…
J: Ves, no hace diferencia, no tiene sentido.
L: Y acaso callarlo lo tendría?
J: Contigo no se puede hablar.
L: Sin duda alguna, estoy de acuerdo, sabes bien que soy mejor en otros términos…
J: Eres demasiado fastidiosa
L: Eso no lo decías cuando estábamos en tu cama, no? Cómo cambian las cosas!
….. Silencio …
L: Hasta luego muchachos
J: Te vas?
L: Si.
J: Por qué?
L: Por qué habría de quedarme?
J: No pierdes nada haciéndolo
L: Tampoco lo gano
J: Y entonces, da igual, no?
L: Exacto. La única diferencia es que yo decido cuando quiero malgastar mi tiempo.
Clap clap clap hicieron sus tacones al marcharse. Apenas cruzó la puerta y se escuchó un claxon. El mismo sonido en diferentes contextos puede ser tan ambiguo como melancólico, no más de una semana que ese clap clap clap lo hacíamos nosotros con mi cama.
X: Vas a dejar que se vaya?
J: No sería la primera vez.
X: Y te gusto?
J: No, y tampoco ahora, pero esa nuestra historia.
X: Y por qué no cambiarla?
J: Porque precisamente fue eso lo que me enloqueció de ella.
X: Que no se quejaba si la dejabas ir?
J: No, se quejaba y vaya que lo hacía, me encanta como luego de tantas quejas aun no se marcha.
X: La tienes a tus pies?
J: Y ella a mi por el piso.
X: No te parece patético?
J: Jajaja, patético, “un pato con ética”
Mirada extraña.
J: No entenderías, tendrías que desvelarte con ella para poder escuchar su morfología.
“Qué si la quise? Con fiebre! Qué si la quiero? No hablemos de esas cosas, para qué? Háblame de amor y dime que ya de amor te perdí”