Mi primo me recordó que no se tocar la guitarra, mi vientre
hace su grandiosa entrada y comienzan las píldoras para controlar la rebeldía
de mi ciclo menstrual.
Todo guerrero tiene su punto débil y he sido derrotada, la
herida no para de sangrar y la cura no llegará sino hasta el día siguiente,
moriré con dignidad, ruidosa y quejonamente entre sábanas.
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