El problema es que yo quiera.
Conozco varios que me quieren y otros cuantos me lo demuestran.
Y sin embargo no es suficiente como para que yo les quiera.
Querer así de simple como yo quiero, se vuelve tan complicado cuando uno espera a que le quieran.
Porque no es lo mismo quererte una noche a quererte por siempre.
Porque ese querer no es querer, es otra cosa que no quiero.
No quiero soles, quiero estrellas. No quiero noches, quiero días.
Quiero querer estando en cualquiera que sea el estado en el que quiera estar.
Y que me quieran cuando no quiero nada más que correr y llorar.
Quiero querer de ese que tiene la gente cuando se quiere.
Quiero creer. Quiero que me quieras.
Porque el problema del querer es que se quiere tan fácil y es imposible querer a la ligera.
Porque no se puede querer al que el corazón no quiere y sin embargo se quiere a quien no te quiere.
El querer era tan simple cuando tu me querías.
El problema del mundo es que cree que los amores adolescentes sólo sirven para la adolescencia. Maduran y creen que es posible vivir con medidas y sin travesuras.
El problema del mundo es que cree que los amores adolescentes sólo sirven para la adolescencia. Maduran y creen que es posible vivir con medidas y sin travesuras.
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