Después de dar vueltas durante media hora en la cama y ver como poco a poco el cielo cambia de negro a azul y de azul a todos sus tonos posibles antes de salir el sol; despierto tiritando. Todos los recuerdos reales y ficticios que venían a mi cabeza me hicieron imposible volver a cerrar los ojos. Mis sueños se han convertido en mi nueva amenaza. Podía sentir sus manos recorriendo mi cuerpo. Sus ojos. Sus labios. Todo parecía tan real con tan solo parpadear… Terminé en posición fetal, abrazando a pato y “llorando” (porque yo no lloro). Luego de menos de dos minutos y de analizar que de lo único que tenía de mujer fatal era el hecho de que soy mujer y me terminará matándome el querer, finalmente me levante de la cama, como si rompiera un vidrio, automáticamente todas las imágenes se fueron de mi cabeza.
Cuando una relación acaba
es como si esa persona muriera
porque nunca más podrás verla con los ojos con los que antes lo hacías.
Y jamás te volverá a ver a ti de esa manera.
Por eso se llora, por el duelo.
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